Si Balzac en La comedia humana se propone como el ejemplo raso del realismo en el siglo XIX europeo, con el desfile de los prototipos sociales, Tengo una idea puede leerse como una suerte de neo-realismo inscripto en los códigos de la época posmoderna. El sarcasmo, el absurdo, la ironía provocadora son los recursos predominantes de los que se vale Mariano Goscilo para parodiar y ridiculizar con gran sentido crítico los paradigmas sociales y culturales actuales. A través de una suerte de instantáneas o postales urbanas, el autor propone una estética de lo grotesco y hasta de lo escatológico, trazando historias breves y personajes absurdos pero fácilmente reconocibles. Irreverente, realiza un trabajo lúdico pero ácido y parodia distintos lenguajes y géneros comunicativos, lo que no sólo apuesta a una mirada social crítica, sino también —y en última instancia— a invitar al lector a una desautomatización que lo lleve a vencer prejuicios literarios y cotidianos. 

Tengo una idea. Mariano Goscilo.

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Si Balzac en La comedia humana se propone como el ejemplo raso del realismo en el siglo XIX europeo, con el desfile de los prototipos sociales, Tengo una idea puede leerse como una suerte de neo-realismo inscripto en los códigos de la época posmoderna. El sarcasmo, el absurdo, la ironía provocadora son los recursos predominantes de los que se vale Mariano Goscilo para parodiar y ridiculizar con gran sentido crítico los paradigmas sociales y culturales actuales. A través de una suerte de instantáneas o postales urbanas, el autor propone una estética de lo grotesco y hasta de lo escatológico, trazando historias breves y personajes absurdos pero fácilmente reconocibles. Irreverente, realiza un trabajo lúdico pero ácido y parodia distintos lenguajes y géneros comunicativos, lo que no sólo apuesta a una mirada social crítica, sino también —y en última instancia— a invitar al lector a una desautomatización que lo lleve a vencer prejuicios literarios y cotidianos.